Bahá’u’lláh y Su Alianza

Bahá’u’lláh ha traído una nueva revelación de Dios a la humanidad. Su vida y misión constituyen una fuente de inspiración para millones de personas en el mundo.

El Báb

(1819-1850)

El Báb trajo un mensaje poderoso que desafió las creencias de su tiempo y abrió una nueva etapa en la historia. A mediados del siglo XIX, anunció que el mundo estaba por entrar en un período de transformación espiritual y social, preparando a la humanidad para la llegada de Bahá’u’lláh, el Mensajero que traería unidad, justicia y paz.

En un momento de crisis e incertidumbre, El Báb, un joven comerciante de Irán, encendió una chispa de esperanza. Su mensaje inspiró a miles a desafiar la opresión y actuar con valentía en favor de la justicia y la eliminación de los prejuicios.

El impacto del Báb fue tan grande que historiadores como el escritor francés A.L.M. Nicolas lo reconocieron como una de las figuras más valientes de su tiempo, escribiendo:

“Su vida es uno de los ejemplos de valor más gloriosos que la humanidad ha tenido el privilegio de presenciar…”

Tomó el nombre de “El Báb”, que significa “la Puerta”, porque Su misión era abrir un nuevo camino para la humanidad. Su mensaje llamaba a ver a toda la humanidad como un solo pueblo, actuando con amor y justicia. En uno de Sus escritos dijo:

“Si os eleváis hasta la excelsa cima de la verdad, sin duda veréis que toda la humanidad no es sino un solo cuerpo…” — El Báb

Bahá’u’lláh

(1817-1892)

Bahá’u’lláh, que significa “Gloria de Dios”, es el Prometido anunciado por el Báb y por los Mensajeros de Dios del pasado. Su vida y enseñanzas marcaron una nueva etapa en la historia, trayendo una Revelación que guía hacia la unidad, la justicia y la paz.

En un tiempo de crisis e injusticia, Bahá’u’lláh declaró que había llegado el momento de transformar la sociedad y unir a los pueblos. A lo largo de los años, escribió miles de versos sagrados, cartas y libros que muestran cómo construir una civilización en continuo progreso, equilibrada entre lo material y lo espiritual.

Por compartir este mensaje, sufrió 40 años de prisión, torturas y exilio. A pesar de estas limitaciones, nunca dejó de inspirar y transformar a miles de almas. Hoy, millones de personas siguen Sus enseñanzas para contribuir al bienestar de la sociedad.

Bahá’u’lláh enseñó que la unidad es clave para el progreso de la humanidad y que los prejuicios deben desaparecer para que las sociedades vivan en paz:

“El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad, son inalcanzables a menos que y hasta que su unidad esté firmemente establecida.” — Bahá’u’lláh

Pensadores como León Tolstoi han reconocido la importancia de Su mensaje:

“La enseñanza de Bahá’u’lláh, como yo la entiendo, es la solución más alta y pura al problema social, y quienquiera que haya leído sus escritos no podrá sino coincidir con esta verdad.” — León Tolstoi

‘Abdu’l-Bahá

(1844-1921)

‘Abdu’l-Bahá, hijo mayor de Bahá’u’lláh, fue nombrado en Su testamento como la persona a quien todos debían acudir para comprender Sus enseñanzas y como guía de la comunidad bahá’í. Fue un ejemplo viviente de servicio, unidad, justicia y paz. Su vida y carácter inspiraron tanto a Oriente como a Occidente, siendo admirado por todos los que lo conocieron, como el académico británico Edward Granville Browne, quien dijo:

“La cortesía y dignidad de Su porte no pueden ser superadas, y de la manera en que me habló no puedo sino recordar las palabras que se refieren a Cristo: ‘y estaban asombrados de Su enseñanza, porque hablaba con autoridad.’” — Edward Granville Browne

A lo largo de su vida, ‘Abdu’l-Bahá junto con su padre sufrió el destierro y encarcelamiento, pasando más de cuarenta años en prisión. A pesar de ello, nunca perdió de vista Su propósito. Tras obtener la libertad, viajó por Egipto, Europa y Norteamérica, llevando el mensaje de unidad y renovación social a todos, sin hacer distinciones entre reyes, intelectuales, obreros o niños.

Su vida no solo reflejaba Su enseñanza, sino que encarnaba valores como el servicio, la humildad y la generosidad. En uno de Sus escritos dejó este mensaje, que sigue inspirando a generaciones:

…a todos los amigos se les ha impuesto expresar confraternidad y amor, consideración y generosidad, y bondad a toda comunidad sobre la tierra.
— ‘Abdu’l-Bahá

A pesar de las pruebas que enfrentó, Su vida fue un ejemplo de unidad, amor sincero sin distinción de clase y servicio  abnegado a la humanidad. Su legado continúa inspirando a personas en todo el mundo.

Shoghi Effendi

(1897-1957)

Shoghi Effendi, nieto mayor de ‘Abdu’l-Bahá, fue designado como Guardián de la Fe bahá’í y durante 36 años asumió la responsabilidad histórica de guiar a la comunidad bahá’í en su misión de promover la unidad y progreso global. 

El autor y radiodifusor David Hofman describió su impacto:

“Todos quedan atónitos frente a su vasto abanico de logros y la naturaleza de su liderazgo, que en un puñado de personas comunes ha desplegado poderes y capacidades que no sabían que poseían…

Bahá’u’lláh designó a ‘Abdu’l-Bahá como el Centro de Su Alianza, y este, a su vez, nombró a Shoghi Effendi como Guardián de la Fe. Durante su ministerio, supervisó el crecimiento del centro espiritual de la Fe en Tierra Santa, tradujo los Escritos Sagrados del Báb,  Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, y además escribió sobre la dimensión espiritual de la civilización y el cambio social.

Una de las enseñanzas clave que transmitió fue la importancia de la unidad global como base para la paz y el progreso:

“El principio de la unidad de la humanidad es, en sus implicaciones, más profundo que el mero aliento de sentimientos de fraternidad y buena voluntad entre las naciones… Exige nada menos que la reconstrucción y la desmilitarización del entero mundo civilizado.” — Shoghi Effendi

La Casa Universal de Justicia 

(establecida en 1963)

La Casa Universal de Justicia es el órgano central de la Fe bahá’í, creado por Bahá’u’lláh con la misión de guiar al mundo hacia un futuro de unidad, justicia y prosperidad. Su tarea es actuar como una luz para la humanidad, guiando el progreso global y trabajando por el bienestar de todos.

“Y puesto que para cada día hay un nuevo problema, y para cada problema una solución apropiada, tales asuntos han de ser remitidos a la Casa de Justicia, para que los miembros de ésta actúen de acuerdo con las necesidades y exigencias de la época.” — Bahá’u’lláh

Tras el fallecimiento de Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe, la Casa Universal de Justicia asumió la responsabilidad de guiar a la comunidad bahá’í, asegurando la continuidad del propósito de conducir a la humanidad hacia su unidad global. Como expresó Shoghi Effendi:

“La Casa Universal de Justicia es la institución divina que guiará al mundo hacia la paz, la unidad y la prosperidad, y su autoridad es inviolable.”

Hoy, la Casa Universal de Justicia desempeña un papel crucial en el mundo, trabajando con líderes mundiales y organizaciones para promover la educación, la paz y el bienestar. Además, apoya el desarrollo local de las comunidades bahá’ís, contribuyendo al bienestar social, económico y cultural de los países.

La Casa Universal de Justicia está formada por nueve miembros elegidos cada cinco años por las Asambleas Espirituales Nacionales Bahá’ís.

El Báb

(1819-1850)

El Báb trajo un mensaje poderoso que desafió las creencias de su tiempo y abrió una nueva etapa en la historia. A mediados del siglo XIX, anunció que el mundo estaba por entrar en un período de transformación espiritual y social, preparando a la humanidad para la llegada de Bahá’u’lláh, el Mensajero que traería unidad, justicia y paz.

En un momento de crisis e incertidumbre, El Báb, un joven comerciante de Irán, encendió una chispa de esperanza. Su mensaje inspiró a miles a desafiar la opresión y actuar con valentía en favor de la justicia y la eliminación de los prejuicios.

El impacto del Báb fue tan grande que historiadores como el escritor francés A.L.M. Nicolas lo reconocieron como una de las figuras más valientes de su tiempo, escribiendo:

“Su vida es uno de los ejemplos de valor más gloriosos que la humanidad ha tenido el privilegio de presenciar…”

Tomó el nombre de “El Báb”, que significa “la Puerta”, porque Su misión era abrir un nuevo camino para la humanidad. Su mensaje llamaba a ver a toda la humanidad como un solo pueblo, actuando con amor y justicia. En uno de Sus escritos dijo:

“Si os eleváis hasta la excelsa cima de la verdad, sin duda veréis que toda la humanidad no es sino un solo cuerpo…” — El Báb

Bahá’u’lláh

(1817-1892)

Bahá’u’lláh, que significa “Gloria de Dios”, es el Prometido anunciado por el Báb y por los Mensajeros de Dios del pasado. Su vida y enseñanzas marcaron una nueva etapa en la historia, trayendo una Revelación que guía hacia la unidad, la justicia y la paz.

En un tiempo de crisis e injusticia, Bahá’u’lláh declaró que había llegado el momento de transformar la sociedad y unir a los pueblos. A lo largo de los años, escribió miles de versos sagrados, cartas y libros que muestran cómo construir una civilización en continuo progreso, equilibrada entre lo material y lo espiritual.

Por compartir este mensaje, sufrió 40 años de prisión, torturas y exilio. A pesar de estas limitaciones, nunca dejó de inspirar y transformar a miles de almas. Hoy, millones de personas siguen Sus enseñanzas para contribuir al bienestar de la sociedad.

Bahá’u’lláh enseñó que la unidad es clave para el progreso de la humanidad y que los prejuicios deben desaparecer para que las sociedades vivan en paz:

“El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad, son inalcanzables a menos que y hasta que su unidad esté firmemente establecida.” — Bahá’u’lláh

Pensadores como León Tolstoi han reconocido la importancia de Su mensaje:

“La enseñanza de Bahá’u’lláh, como yo la entiendo, es la solución más alta y pura al problema social, y quienquiera que haya leído sus escritos no podrá sino coincidir con esta verdad.” — León Tolstoi

‘Abdu’l-Bahá

(1844-1921)

‘Abdu’l-Bahá, hijo mayor de Bahá’u’lláh, fue nombrado en Su testamento como la persona a quien todos debían acudir para comprender Sus enseñanzas y como guía de la comunidad bahá’í. Fue un ejemplo viviente de servicio, unidad, justicia y paz. Su vida y carácter inspiraron tanto a Oriente como a Occidente, siendo admirado por todos los que lo conocieron, como el académico británico Edward Granville Browne, quien dijo:

“La cortesía y dignidad de Su porte no pueden ser superadas, y de la manera en que me habló no puedo sino recordar las palabras que se refieren a Cristo: ‘y estaban asombrados de Su enseñanza, porque hablaba con autoridad.’” — Edward Granville Browne

A lo largo de su vida, ‘Abdu’l-Bahá junto con su padre sufrió el destierro y encarcelamiento, pasando más de cuarenta años en prisión. A pesar de ello, nunca perdió de vista Su propósito. Tras obtener la libertad, viajó por Egipto, Europa y Norteamérica, llevando el mensaje de unidad y renovación social a todos, sin hacer distinciones entre reyes, intelectuales, obreros o niños.

Su vida no solo reflejaba Su enseñanza, sino que encarnaba valores como el servicio, la humildad y la generosidad. En uno de Sus escritos dejó este mensaje, que sigue inspirando a generaciones:

…a todos los amigos se les ha impuesto expresar confraternidad y amor, consideración y generosidad, y bondad a toda comunidad sobre la tierra.
— ‘Abdu’l-Bahá

A pesar de las pruebas que enfrentó, Su vida fue un ejemplo de unidad, amor sincero sin distinción de clase y servicio  abnegado a la humanidad. Su legado continúa inspirando a personas en todo el mundo.

Shoghi Effendi

(1897-1957)

Shoghi Effendi, nieto mayor de ‘Abdu’l-Bahá, fue designado como Guardián de la Fe bahá’í y durante 36 años asumió la responsabilidad histórica de guiar a la comunidad bahá’í en su misión de promover la unidad y progreso global. 

El autor y radiodifusor David Hofman describió su impacto:

“Todos quedan atónitos frente a su vasto abanico de logros y la naturaleza de su liderazgo, que en un puñado de personas comunes ha desplegado poderes y capacidades que no sabían que poseían…

Bahá’u’lláh designó a ‘Abdu’l-Bahá como el Centro de Su Alianza, y este, a su vez, nombró a Shoghi Effendi como Guardián de la Fe. Durante su ministerio, supervisó el crecimiento del centro espiritual de la Fe en Tierra Santa, tradujo los Escritos Sagrados del Báb,  Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, y además escribió sobre la dimensión espiritual de la civilización y el cambio social.

Una de las enseñanzas clave que transmitió fue la importancia de la unidad global como base para la paz y el progreso:

“El principio de la unidad de la humanidad es, en sus implicaciones, más profundo que el mero aliento de sentimientos de fraternidad y buena voluntad entre las naciones… Exige nada menos que la reconstrucción y la desmilitarización del entero mundo civilizado.” — Shoghi Effendi

La Casa Universal de Justicia 

(establecida en 1963)

La Casa Universal de Justicia es el órgano central de la Fe bahá’í, creado por Bahá’u’lláh con la misión de guiar al mundo hacia un futuro de unidad, justicia y prosperidad. Su tarea es actuar como una luz para la humanidad, guiando el progreso global y trabajando por el bienestar de todos.

“Y puesto que para cada día hay un nuevo problema, y para cada problema una solución apropiada, tales asuntos han de ser remitidos a la Casa de Justicia, para que los miembros de ésta actúen de acuerdo con las necesidades y exigencias de la época.” — Bahá’u’lláh

Tras el fallecimiento de Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe, la Casa Universal de Justicia asumió la responsabilidad de guiar a la comunidad bahá’í, asegurando la continuidad del propósito de conducir a la humanidad hacia su unidad global. Como expresó Shoghi Effendi:

“La Casa Universal de Justicia es la institución divina que guiará al mundo hacia la paz, la unidad y la prosperidad, y su autoridad es inviolable.”

Hoy, la Casa Universal de Justicia desempeña un papel crucial en el mundo, trabajando con líderes mundiales y organizaciones para promover la educación, la paz y el bienestar. Además, apoya el desarrollo local de las comunidades bahá’ís, contribuyendo al bienestar social, económico y cultural de los países.

La Casa Universal de Justicia está formada por nueve miembros elegidos cada cinco años por las Asambleas Espirituales Nacionales Bahá’ís.